Tras las elecciones presidenciales de 2008 en Estados Unidos, la pequeña ciudad japonesa de Obama, en la prefectura de Fukui, se vio convertido en un centro de atención de los medios mundiales. El merchandising con el nombre de la localidad, el mismo que el del primer presidente negro en la historia de EE UU, se vendió como rosquillas. Sus habitantes crearon un grupo de apoyo al entonces inquilino de la Casa Blanca, y su alcalde exploró la posibilidad de nombrarle ciudadano honorario.