Nada puede suplir la presencia del otro. Creo que es una de las grandes conclusiones que todos hemos extraído de la pandemia. Y cómo la echamos de menos, algo que antes quizá ni teníamos en cuenta, por el mero hecho de que ahora nos ha sido prohibida. Y llega la Navidad, que es el tiempo del estar presentes por excelencia. ¿Quién no recuerda el anuncio de los turrones El Almendro, que vuelven siempre a casa por Navidad? Si no nos podemos reunir en casa y agasajarnos con regalos en estas fechas, ¿qué vamos a hacer?