La historia del arte es la historia de un expolio: Lord Elgin levantando a golpe de escoplo en 1802 partes del friso interior del templo de la Acrópolis, las tropas napoleónicas robando de iglesias y palacios españoles zurbaranes, riberas y, sobre todo, murillos, o el Ejército ruso saqueando todo lo que encontraba durante la II Guerra Mundial. Ni Goya se libró. “Botín de guerra”, justificaron. El Ermitage conserva los dibujos del genio aragonés de la colección berlinesa Gerstenberg. Nunca los prestan porque existe una reclamación pendiente.