El fin del mundo llegará exactamente el 21 de diciembre de 2021. Eso dice (y se ha hecho viral) un rabino israelí que al parecer ha descifrado claves ocultas de la Torá. Si dejamos de lado esa visión apocalíptica, la actitud a adoptar frente al próximo año solo puede ser de optimismo. No sabemos si será un año de promisión, el de las grandes esperanzas dickensianas. Lo que sí parece probable es que no sea otro curso fallido. Sobre todo para el turismo. Todo lo que 2020 nos hurtó se anuncia como tierra prometida para los próximos meses. Muchos de los eventos importantes previstos para el año de la pandemia se han aplazado al que viene: celebraciones y aniversarios, grandes exposiciones, nuevos museos, ferias, eventos deportivos. Una tromba de acontecimientos pendientes aguarda. Alentada además en el sector viajes por el cebo de primas, descuentos y facilidades en vuelos y desplazamientos, hoteles, aventuras y actividades de ocio. 2021 se presenta como un premio gordo para viajeros audaces.