Me entero por el enteradísimo Juan Cruz de que la nefasta Ley Celaá de Educación elimina la asignatura de Ética en el curso o cursos en que se impartiese. Creo recordar que la también funesta Ley Wert suprimió Filosofía, lo cual trajo leves protestas entre los filósofos y profesores de la materia (no son lo mismo unos que otros). Ya mucho antes cayeron el Griego, el Latín, buena parte de la Literatura y no sé cuántas cosas más. Es asombroso que los pedagogos actuales tengan titulación y facultades para determinar qué se enseña y qué no. Si por la mayoría fuera, “se aprendería a aprender” y no se enseñaría nada, y así conseguiríamos el ideal de toda sociedad totalitaria: individuos que no saben, no entienden, no razonan, no se expresan, no piensan. Hacia eso se va, paso a paso y a veces a zancadas, como ahora con la eliminación de Ética. Al fin y al cabo, se dicen los gobernantes, ¿para qué sirve sino para que los ciudadanos tengan ideas de justicia, responsabilidad y solidaridad, de lo que se puede y no hacer por el propio bien y por el de los demás, de dónde están los límites del necesario egoísmo y de la libertad necesaria, de hasta qué punto el Estado está capacitado para imponer, en qué cuestiones sí y en cuáles no? En suma, ¿para qué sirve la Ética sino para que nos pongan pegas y nos critiquen?