Si pregunta en Renfe por las condiciones para llevar una bicicleta en un tren de Largo Recorrido le dirán muy ufanos que por supuesto que puede y además es gratis. Fenomenal, piensas tú. “Solo tiene que desmontarla, quitarle pedales, doblar manillar y meterla en una bolsa especial de no más de 1,20 x 90 x 40”. Y ahí es cuando te das cuenta de que el verdadero fenómeno es el que ha elaborado la norma, porque no debe de haber hecho un viaje largo en bicicleta en su vida. Para empezar cualquier bici mide mucho más de 1,20 de largo, por lo que solo se podría encajar en esas dimensiones desmontando ruedas, a no ser que lleves una de esas que se doblan (útiles solo para uso urbano). Pero es que, si vas haciendo cicloturismo necesariamente llevas además unas alforjas o mochila como equipaje, y nadie te explica cómo salvas todos los obstáculos de una estación (tornos, taquillas, escaleras mecánicas, andenes, subida al vagón) con una bici dentro de una bolsa y las alforjas a los hombros. Necesitas dos personas para mover solo una. Eso si no es eléctrica, cada vez más populares, porque esas pesan mucho más. Y si al final consigues superar esa yincana: ¿qué haces con la bolsa (que tiene un peso y un volumen considerables) si tu plan era pasar una semana pedaleando? ¿Dónde la metes? Es decir: descartado viajar en Largo Recorrido.