Asistir a un partido de los Lakers desde el sofá, visitar el backstage de un concierto celebrado a miles de kilómetros o sentirse como Julio Verne explorando el fondo marino a bordo del Nautilus: las experiencias inmersivas ya están entre nosotros y solo hace falta que acaben de encajar todas las piezas para que su expansión coja velocidad de crucero. El año 2020 no fue de grandes inversiones en innovación, pero sí sirvió para que los usuarios más analógicos se prendaran del mundo digital. Finalizada la jornada de teletrabajo o educación a distancia, los dispositivos abrían una nueva ventana al ocio para recorrer las salas de un museo sin salir de casa o darle un nuevo aire a la decoración del confinamiento con ayuda de la realidad aumentada (AR).