Los Ángeles. Noviembre de 2019. Un diluvio cae sobre una ciudad futurista. Suena de fondo la música íntima de los sintetizadores de Vangelis. La urbe es anarquía. Una lluvia incesante resbala y se refleja sobre incontables pantallas publicitarias luminosas. Blade Runner (1982), una obra maestra del cine de ciencia ficción, ya adelantaba el futuro. Y parte de ese mañana se llama Digital Out of Home (DOOH, según sus siglas en inglés). Esas pantallas que en el filme proyectaban imágenes de mujeres asiáticas o de viajes fuera de la Tierra; hacia las “colonias exteriores”. Son las vallas publicitarias de “siempre”, pero que narran historias en soportes de plasma, proyectores o monitores LCD. La tecnología como promesa de un mundo mejor. Esta ha sido durante décadas la estrategia de la publicidad.