Hay fechas difíciles de olvidar. Si no que se lo pregunten a los aficionados al whisky japonés, que guardan con especial afecto la de febrero de 2001. Aquel mes, la historia dio un vuelco e hizo una de las suyas; el mensual Whisky Magazine congregó a 62 expertos en Edimburgo, Kentucky y Japón para seleccionar, entre 293 de estos destilados, los mejores del mundo. Entre los whiskys que competían había algunos de los más selectos bourbon y scotch que el paladar humano había tenido la oportunidad de probar. Sin embargo, contra todo pronóstico, aquella cata a ciegas dio como ganadores a dos whiskys japoneses. El vencedor absoluto fue un Yoichi Single Cast de 10 años, de Nikka. Y el segundo puesto, curiosamente, fue a parar a sus rivales, Suntory, y a un destilado de 21 años, Hibiki. Aquel best of the best fue el primer reflejo de los gustos e intereses que imperarían en los años siguientes. Stefan Van Eycken, autor de Whisky Rising, lo describe, no sin cierta ironía, como “un efecto bola de nieve”.