Entre la exuberancia valenciana y la magia andaluza, la Región de Murcia pasa casi desapercibida para muchos viajeros. Su discreción hace que a ratos parezca conformarse únicamente con el reconocimiento y fidelidad de quienes, casi por casualidad, la descubren como un refugio amable y sin pretensiones. Esta región del arco mediterráneo ofrece una hospitalaria costa de aguas cálidas, oasis casi escondidos en medio de desiertos blanquecinos, legendarias huertas y ciudades barrocas. Su litoral es una mezcla de larguísimas playas de dunas como las de La Manga y pequeñas calas que esconden pecios hundidos para ser descubiertos por los amantes del buceo. También despuntan balnearios sorprendentes a pie de playa donde el barro se vuelve milagroso, minas milenarias que se asoman al mar en medio de un paisaje que parece una película del Oeste, y hasta ciudades modernistas superpuestas sobre tesoros arqueológicos que nos remontan a la época en que estas tierras eran habitadas por cartagineses y romanos.