Antes del voto en la urna, del carné de conducir y del primer tatuaje sin consentimiento paterno. Antes de todas esas cosas reservadas a los adultos, tres de los cuatro protagonistas de este texto afrontaron un rito de iniciación permitido a partir de los 15 años: disputar una competición seguida por millones de aficionados, rodeados de los que hacía solo unos meses eran sus ídolos.