Cada vez que se anuncia un musou basado en una saga que me gusta, me echo a temblar. No porque el género no nos haya dado alguna alegría, sino porque tiende a simplificar lo que hace especial a la franquicia (no miro a nadie, Hyrule Warriors). Persona es una saga que nació como un spin-off y se ha emancipado de su alma mater (la franquicia Shinmegami Tensei) para volar y triunfar en solitario. Lo ha logrado a base de coraje y saber hacer, pero también a base de arriesgarse a traducir sus juegos y abandonar la seguridad del mercado nipón, donde se desenvuelve con soltura de magnate, y atreverse a competir cara a cara en el terreno del rol occidental, con armas tradicionales de JRPG.