Cuando se le concedió el premio Nobel a Bob Dylan se produjo un intenso debate sobre si un bardo –no el de Astérix, evidentemente, pero un bardo al fin y cabo– merecía el máximo galardón de las letras mundiales. Es indiscutible el peso que el cantautor ha tenido en la cultura del siglo XX (y XXI), pero otra cosa es hasta qué punto se le puede considerar un escritor. Sin embargo, ese debate obviaba un dato esencial: que la literatura comenzó de forma oral, que Homero, uno de los padres de la cultura occidental, no escribía sus poemas, sino que los cantaba y que así se difundieron y conservaron la Iliada y la Odisea. A principios del siglo XX, investigaciones de antropólogos revelaron que todavía quedaban poetas en los Balcanes que, pese a ser analfabetos, eran capaces de recitar de memoria largos cantos épicos con ecos homéricos.