Las fichas comienzan a moverse y lo que está en juego es la protección de la marina más grande de la Tierra, en el océano Antártico o Austral, una extensión de más de tres millones de kilómetros cuadrados que incluiría el mar de Weddell, una amplia área de la Antártida Oriental y, más improbable pero no imposible, la península antártica. Conseguirlo o no es una decisión que debe tomar la comunidad internacional sobre un mar que es de todos y no es de nadie. El problema es que debe hacerse por unanimidad, y no es fácil. De hecho, el asunto lleva encallado desde 2012 para la zona más extensa propuesta (Antártida Oriental) por intereses que poco tienen que ver con su protección y mucho con la economía y la geopolítica. En 2020 la decisión, en una reunión que presidía España y que fue virtual, volvió a aplazarse para este 2021. ¿Cambiarán las posiciones de los reticentes?