Las cocinas fantasma, dedicadas en exclusiva a la comida a domicilio de manera industrial en bajos de edificios residenciales, son un negocio de reciente creación con límites legales difusos pero que provoca las quejas de los vecinos que tienen que soportar olores, ruido y ajetreo de los repartidores. Hasta en un único local se han contabilizado 48 cocinas. Aunque los dueños de estos negocios necesitan el permiso de las comunidades de vecinos, en la mayoría de las ocasiones utilizan licencias anteriores al haber existido en el local un negocio de restauración.