Una de las expresiones que viene popularizándose en nuestros días es la de la “trampa de la pobreza”. Esencialmente significa que el sistema de recursos para ayudar a las personas pobres les introduce en una dinámica de la que es difícil salir. Las prestaciones del entorno de 400 euros, las constantes visitas a los centros sociales para controlar el proceso, las normas y tutelas en los recursos de alojamiento… Todo ello genera una espiral conocida: la burocracia que impide salir de esa situación de precariedad.