“No sé si habrá otro profesional en España en circunstancias parecidas a las mías. Con 75 años cumplidos dirijo las cocinas del Marbella Club, hotel de cinco estrellas gran lujo,”, me comentaba no hace mucho Simón Padilla, intérprete de un oficio que ha marcado su vida. Sirvió menús a Salvador Dalí y a su mujer Gala en el hotel Ritz de Barcelona, y atendió en Marbella a Sean Connery, a la princesa Soraya, a Gina Lollobrigida y Alain Delon, aparte de la familia real británica. También a los invitados del príncipe Alfonso de Hohenlohe, que fue anfitrión de los Rothschild, Brigitte Bardot, Kim Novak, Ava Gardner, Elizabeth Taylor y otras actrices y actores de Hollywood, aparte de personajes de la nobleza europea. “La jet set del momento”.
¿Por qué te hiciste cocinero?
“El plástico fue el único culpable. Nací en Bailén (Jaén) en una familia de alfareros. Mis padres vendían lebrillos, macetas, orzas y cántaros. Desde niño el hecho de moldear la cerámica y el barro con las manos incentivó mi actitud creativa. A principios de los pasados años sesenta, el plástico, material nuevo, arruinó a mis padres. No vendíamos nada. Yo tenía 16 años, la crisis en el sector nos devoraba y tuve que buscarme la vida. Rompí mi alcancía para pagarme el viaje, y en julio de 1962 me iniciaba en las cocinas de carbón del hotel Atlántico de Cádiz. Un edificio que había inaugurado el rey Alfonso XIII en 1928, casi al tiempo que el hotel Alfonso XIII de Sevilla. Tras la segunda temporada el director me propuso hacer prácticas en el Ritz de Barcelona. En principio seis meses que prolongué ocho años. Estudié y pasé por todas las partidas de aquellas cocinas. Cada vez que aparecían Salvador Dalí y su esposa Gala me avisaban. Les gustaban las chuletillas de cordero con robellones y la butifarra con mongetas que les preparaba. Hice la mili en Córdoba, conocí a mi mujer Caty y regresé al sur para iniciar una nueva vida”.
Una trayectoria movida.
“Empecé en el hotel Hilton de Marbella, que después se transformaría en el famoso Don Carlos. Cuando irrumpió en la Costa del Sol el Grupo Sofico me contrataron para dirigir el restaurante El Botalón. El 24 de diciembre de 1974, tras la escandalosa quiebra del grupo, me quedé en la calle. Fue por poco tiempo, el día 26 conseguía trabajo en El Palomar de Usategui, restaurante vasco. De ahí a la clínica Incosol, donde conocí los recursos de la cocina dietética, hasta que en 1978 acudieron a buscarme para inaugurar el hotel Puente Romano”.