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Detrás del humo

Estaban encapuchados, llenos de una ira intensa. No eran menos de 15, más bien delgados, muy jóvenes. Intentaban volcar un bus del servicio público en plena vía de Bogotá. El conductor al interior, Jonatan Neisa, un hombre de no más de 45 años, no entendía por qué. Esos mismos jóvenes han sido sus pasajeros en el día a día. Pero ahora eran vándalos. Se le atravesaron, lo obligaron a detenerse, lo forzaron a bajarse, le rompieron los vidrios con extintores y le metieron explosivos por debajo al bus. Neisa tenía miedo. Lo amenazaron. Quince minutos de angustia en medio de una protesta estudiantil por un caso de corrupción en investigación en la Universidad Distrital.

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