Pedro Almodóvar no probó nunca la heroína. Pero durante los años ochenta estuvo rodeado de muchos amigos enganchados a la droga. Es, quizás, el ejemplo más dramático que el cineasta utiliza para mostrar al público cómo cuenta su propia vida en Dolor y gloria. “He hecho mía la memoria de los que me rodean”, afirma. La película acaba de debutar en el festival de cine de Nueva York en el Lincoln Center.