Cuando el escritor estadounidense Richard Ford regresó de su viaje a Buenos Aires el año pasado le dijo a su colega Lorrie Moore que debía visitar esa ciudad situada en el extremo opuesto de América porque allí la estaban leyendo. “No, no lo creo”, le respondió Moore. Poco después, una colega de la Universidad de Missouri que viaja con frecuencia a Argentina le dijo lo mismo. “No, no lo creo”, repitió la autora de Autoayuda. Intrigada, le preguntó a su editor. “No, no lo creo”, también le dijo él. Pero su aterrizaje en la capital lectora de Sudamérica para participar en el undécimo Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba) ha superado todas las expectativas. El jueves por la noche las organizadoras miraban la larga fila en el Teatro Nacional Cervantes y temían que se agotasen los 400 auriculares disponibles para la traducción de la entrevista pública.