El juego de tronos de la izquierda en Estados Unidos se libra simbólicamente en el Reino de Satán. Que nadie busque en este paraje inhóspito, a orillas del río Connecticut, ni a Bernie Sanders ni a Elizabeth Warren, los dos candidatos del ala más progresista en las primarias del Partido Demócrata. Pocos votos hay para rascar en esta pista cubierta por dos palmos de nieve que se adentra en el bosque cerrado. Pero en este lugar del mapa es donde se tocan los Estados de Vermont, Massachusetts y New Hampshire. Los feudos políticos de Sanders y Warren, respectivamente, y el Estado donde librarán el martes una batalla, la segunda en el proceso de primarias del partido, llamada a ser decisiva para ellos.