La alfombra roja de los Oscars tiene sus propios unicornios, personajes excepcionales capaces de convertirse en tema de conversación gracias a un concepto del estilismo que linda con la performance. Le ocurrió, durante años, a Cher, aunque en una época en que también subía al escenario para presentar premios e incluso recogerlos. O a Helena Bonham-Carter, o a Lady Gaga, capaces de romper la hegemonía de los vestidos de princesa y los recogidos a lo Grace Kelly. El actor Billy Porter (Estados Unidos, 1969) ha logrado alcanzar esta categoría en apenas un par de años, los mismos que han transcurrido desde que se hizo célebre gracias a Pose, la serie de Ryan Murphy que reivindica la cultura ballroom de Nueva York de finales de los ochenta.