Yolanda, profesora en un instituto de Las Rozas, me envía un vídeo de 2017 del proyecto Asalto a la educación. Mi negociado no es el de la última hora espectacular, sino el de los problemas estructurales, y la columna de hoy no es mi columna, sino que asume una autoría colectiva: Jurjo Torres dice que la educación no puede ser un supermercado; Christian Lavall disecciona la segregación —gente rica con gente rica, inmigrantes con inmigrantes, chicos con chicos…—; Xabier Bonal explica cómo los valores empresariales sustituyen a los de la ciudadanía democrática; Rocío Anguita denuncia que las compañías proveedoras de materiales al sistema público tributan donde les da la gana: lo correcto sería que pagaran aquí sus impuestos para repercutir en la mejora de los servicios.