“Uno sale de su país para salir adelante. Porque, para echarse a morir, uno se queda allá”. Eso le dijo Khristopher a un equipo de Amnistía Internacional en Bogotá, cuando lo entrevistamos para conocer su experiencia como venezolano viviendo en Colombia. Él es tan solo uno de los 4,8 millones de personas que se han visto obligados a huir de un país que atraviesa una emergencia humanitaria tan grave que hoy en día la salida de sus ciudadanos constituye la segunda crisis de refugiados más grande del planeta, después de Siria.