No solo hay malas noticias. En Irlanda se puede blasfemar libremente desde hace más de un año, pese a que los irlandeses son personas mayormente católicas. Yo también fui católico, como muchos de ustedes, pero me quité pronto, en mi último año de colegio religioso. Al principio costaba, como siempre cuesta dejar de ser adicto a algo que te conforta, te perdona si caes y te promete paraísos artificiales no prohibidos por la brigada narcótica. Luego empiezas a verle ventajas al ser ateo y al lado práctico de sus corrientes allegadas: el epicureísmo, el libre albedrío, la tentación no apartada, los variados sufijos sexuales terminados en ismo.