La enorme capacidad de contagio que ha mostrado el COVID-19 desde que el 31 de enero la OMS declaró la alerta sanitaria internacional, ha condicionado una debacle en la economía de todo el mundo y ha puesto en jaque a sus sistemas sanitarios. Un virus nuevo que es capaz de contagiar a las personas con tanta eficacia genera un número enorme de casos que, aunque la mayor parte de ellos sean leves, da lugar a una enorme presión sobre los servicios de salud, comprometiendo la capacidad de respuesta a los casos graves y muy graves.