La ciencia avanza haciendo experimentos, pero en ocasiones los experimentos solo pueden consistir en sacar conclusiones de la vida misma. Así ocurre cuando ante las respuestas que hemos dado en diferentes países a la epidemia nos damos cuenta de qué cosas podrían haberse hecho mejor. Ahora, poco a poco, venciendo la curva, se plantea sobre cuál será la mejor salida escalonada, cómo encontrar el camino del difícil equilibrio entre la quizás nueva normalidad y evitar la recaída. De nuevo, diferentes países —con diferentes estructuras sociales y mentalidades— pondrán en marcha diferentes velocidades o distintos métodos para hacerlo. Ahora sí es necesaria la comunicación rápida entre ellos para determinar entre todos, y basándose en cómo vayan las cosas (la evidencia), dónde está el error y dónde hay salida. Ahí debe Europa mostrar su fortaleza.