Decía Robert Musil que solo el sufrimiento consigue tensar al máximo el músculo de la creatividad. Pocas generaciones de terrícolas han sufrido tanto como la de los que nacieron a finales del siglo XIX. Les tocó padecer dos guerras mundiales, la pandemia más mortífera de la historia y un colapso económico seguido de una recesión que duró una década. Esa generación, que se hizo adulta en las trincheras de la Primera Guerra Mundial y enfermó de gripe en el invierno de 1918, tensó el músculo de la creatividad hasta el punto de gestar la novela moderna.