Mientras el mundo se paralizaba, dejando las calles de transitados lugares como Nueva York, Hong Kong o París prácticamente vacías a causa de la covid-19, en Real de Catorce, un pueblo semi-desértico de unos 1.300 habitantes, la alerta sanitaria se vivió de una forma muy diferente. Nadie llevaba mascarilla, las personas se saludaban sin prevención, tampoco hubo restricciones para acceder a los comercios. La medida principal para proteger a la comunidad fue restringir el paso de turistas, estrategia suficientemente efectiva como para evitar contagios, pues hasta la fecha no se ha presentado ningún caso en la localidad. Todo esto a pesar de que, según el comunicado emitido por la Secretaría de Salud el 10 de agosto, se habían registrado cerca de 500.000 casos en todo México y más de 12.000 en el estado de San Luis Potosí hasta la fecha.