“Esto no va de abrazar árboles ni de caminar descalzo entre la hojarasca”. Alex Gesse, coautor junto a Gorka Altuna de Baños de bosque. 50 rutas para sentir la naturaleza (editorial Alhenamedia), es un firme defensor de los beneficios para la salud y el bienestar mental de los paseos guiados por la naturaleza, pero huye de cualquier enfoque místico o mágico que se le pueda dar a esta actividad pensada para desconectar de la rutina. “Un baño de bosque no es más que una experiencia contemplativa que nos conecta con el entorno natural a través de las emociones y los cinco sentidos”, defiende Gesse, uno de los mayores expertos europeos en shinrin-yoku, que significa literalmente “absorber la atmósfera del bosque”. Es una técnica que introdujo con éxito Japón en su sistema de salud en los años ochenta para reducir los altos niveles de estrés de la población, aprovechando que tres cuartas partes de su territorio están cubiertas por árboles. “En un mundo en el que todo va demasiado rápido, los baños de bosque implican caminar despacio, sentir el sendero, tocar los árboles, el agua, oír el canto de los pájaros, el ulular del viento, la caída de las gotas del rocío…”, explica en el prólogo del libro.