Ana Ramos: “Nunca he renunciado a nada”
A Ana Ramos le cambió la vida un fax. Era septiembre de 1986 y apenas llevaba tres meses con su plaza en la sede del Centro Oceanográfico de Fuengirola, dependiente del Instituto Español de Oceanografía. Tras estudiar Ciencias Biológicas en Granada, había empezado a trabajar allí en 1981 por cabezonería. Se plantó ante el director y le dijo que quería ir todos los días. “Me aconsejó que me fuese a mi casa, que tenía dos hijos que cuidar”, recuerda. Estaba separada y apenas cobraba, pero su esfuerzo valió la pena. Y con su puesto recién estrenado, aquel fax decía que buscaban investigadores para embarcarse en dos buques de investigación ―los arrastreros Pescapuerta IV y Nuevo Alcocero― a la Antártida. Sus compañeros le intentaron pinchar el globo de la ilusión. “Los más experimentados decían que eran barcos incómodos, con poco espacio, muchos hombres, que nos pelearíamos…”, recuerda. No se amedrentó, solicitó su plaza con emoción y la consiguió. Formó parte de Antártida 8611, la primera campaña de expedición científica española a aquel continente en la que estuvieron mujeres a bordo.