El arquitecto Junya Ishigami ha encerrado el horizonte en su nuevo proyecto. Se trata de una plaza que es un edificio. Un espacio público cubierto y descubierto con el aspecto de una gran escultura y la monumentalidad de un lugar sagrado en el que, gracias a un desnivel de dos metros, el techo y el suelo se juntan encerrando un horizonte.